domingo, 11 de mayo de 2008

Cómo escribo y qué me propongo al escribir.






Cómo escribo y qué me propongo al escribir



Me he alejado de todo y de todos, para acercarme más a ti. Estoy sola sentada frente a tu ventana recargada en tu sillón , puedo ver las gotas de agua caer y estrellarse en el cristal, la lluvia no ha cesado aun, el cielo se ve gris y la luna se esta guardando, la luz volverá dentro de poco y habrá que regresar a fingir, a mentir, a pretender, a portar una de las tantas formas que la mente nos permite adoptar, ya una vez me habías dicho que soy un camaleón, que tomo forma según mi conveniencia, que me adapto al medio tanto que llego a perder mi esencia, y no se si eso sea del todo cierto, pero no quise discutir en su momento ni lo haré ahora por que se que en parte tienes razón como en todo lo que tu dices. Esta vez estoy aquí tratando de demostrarte abiertamente quien soy yo, sin esconderme, sin adaptarme, sin matizar lo que soy, simplemente lo que se que hay, no quiero reprimir nada, ni por miedo, ni por precaución, esta vez no es un juego y no luchare por ganar, no eres mi rival ni yo el tuyo, no quiero tratar de convencerte, ni sorprenderte, mucho menos de humillarte, el fin de estas letras es que me veas tal cual soy.
Tenia miedo, no miedo de ese que te corroe hasta en los sueños, que se manifiesta a cada instante y provoca que la sangre se congele en el pecho y falte el aire, no, tenia miedo, miedo a no ser capaz, de ese miedo que de una u otra forma te impulsa a hacer las cosas, tenia miedo de que nos hace andar en bicicleta, si de ese que no importa que vallas a caer, pues sabes que el dolor no será mas grande que el gusto de haberlo logrado, tenia miedo no a escribir, no a escribir desde lo mas profundo que puede haber dentro del azul que me impregna en cada parte de mi ser, no a desnudarme mas halla de lo visible, no a eso, sino a ti, miedo simple y sencillamente de que pase después. ¿Cómo te explico? No me importa tu crítica, escucho tantas veces tus insultos referidos a mi persona que poco a poco se tornan tan normales que ya no dañan, adaptación, creo que lo llaman, es parte de la evolución y creo que en ese aspecto contigo ya voy avanzada. Ni lo que vallas a pensar de mi, pase lo que pase lo leas o no ya tienes un juicio hecho sobre mis actitudes y acciones así que eso tampoco cambiaria de sobre manera nuestra relación. Tengo miedo a que vallas a hacer con lo que te voy a dar, dicen que la información es poder y si tendrías mucho poder al abrir esta carta, pero no precisamente por lo que te cuento, sino por el simple hecho de ya tenerla en tus manos, y no se si sepas a lo que me refiero, sabes de todas formas que te lo voy a decir, así que no hace falta prolongarlo mas.
Hace unos años llovía de la misma manera en que sucede ahora, la madrugada despuntaba en el cielo y las estrellas se desvanecían tras el brillo del sol, tu dormías, tranquila en este sillón, yo te veía desde el otro extremo de la habitación y desde ese momento ya te amaba, respirabas lento y podía ver en tu rostro sereno, la pasividad de tus sueños, en ese instante la lluvia y tu respiración eran el único sonido dentro de mi mente, mirarte así simplemente tan cerca, me renovaba, me hacia sentir que no había mas mundo que los pasos que me separaban de ti, mas vida que la que tu y yo manifestábamos en ese momento, ¿como iba imaginar que todo cambiaria tanto y tan poco? Desde ese día en que la sombra de la lluvia se dibujaba en tu cuerpo, y el silencio nos embaucaba en un segundo eterno que para mi se convirtió de entera gloria a perpetuidad, vivo embelesada en ti, amándote con la intensidad que se manifiestan las tormentas y con la dulzura con la que las lluvias de junio llegan a una flor, desde ese día en que por primera vez no hablabas de que tan mala o desesperante soy, te amo.
La historia no te da el poder, si bien no el mas fuerte, el poder sobre mi te lo doy yo al quererte tanto.
No te pido nada, como la lluvia no puede pedirle a esa flor que siga ahí hasta el siguiente junio, no escribo esto en busca de que me aceptes, de que tomes de mis labios lo que he guardado para ti. Si lo escribo es por que lo siento y por que no puedo dejarlo ahí, esta hoja es el universo entero para mí y esta pluma es la ruta hacia mi eterna libertad y mientras pueda escribir seré libre.
Ya amaneció el sol ya brilla en su apogeo, ha parado de llover pero aun puedo ver la sombra de las gotas dibujándose en silencio sobre tu sillón vació, empieza la treta de nuevo y este camaleón regresa a jugar, veré de que color están vestidas las enemistades para disfrazarme a la par, ya llegara de nuevo la noche y yo volveré a escribir en busca de mi libertad.

jueves, 1 de mayo de 2008

Lo que he leído, lo que leo y lo que jamás leeré.





Parado frente a la puerta del umbral, temblando entre miedo, curiosidad y carencia, trato de revivir los recuerdos de esta historia que no es más que la mía. Me encuentro en un punto sin retorno donde la retórica es inalcanzable sino es a base de olores, letras, imágenes y sensaciones, quizás no recuerdo fechas y no podré ubicar días que para otros fuesen importantes, sin embargo descargo sobre este trozo de papel las manchas de la tinta que tiñen y tiñeron mi vida y que hoy le dan fin.
Trataré de llevarlos por el camino recorrido a base de versos que atravesaron de principio a fin mí, para muchos, poco notable existencia.
No recuerdo el día, ni la hora, ni el olor del jazmín colocado en la mesa de centro de la antigua casa de mi madre, sin embargo recuerdo haber leído un tibio beso de mi ella sembrado en mi frente, que versaba como un poema de Tagore recitado a un niño que espera la noche para tocar la punta de un arco iris en sueños cubiertos de fantasía, recuerdo también que antes de ese beso mi madre lloraba amargamente junto al balcón de su recamara y que en sus lagrimas se escribía la despedida de mi padre que jamás volvió a atravesar el arco de la casa.
Recuerdo haber leído la brisa de esa primavera, haber encontrado en ella la miel que solo se transmite de un enamorado, y haber escrito años después con esa tinta sobre los labios de mi primer amada. Encuentro en mi alma la palabra guardada bajo llave que yo, sólo yo logre leer, entre los calidos pétalos de mi rosa de verano, de aquella dulce hada que después lograra llamarla esposa. Recuerdo en sus ojos los idilios de amor escritos hacia mi persona a golpe de corazón. Leí a viva voz la palabra padre de su vientre, leí en los ojos de mi pequeño las palabras que a su edad encontraba tan solo en el espejo, relate largas historias de amor, pasión y vida, escritas en las líneas de mi mano de otoño.
Hoy mi vista esta nublada, mi percepción me falla a veces, mi mirada no es tan clara, pero aun puedo leer, pues yo leo con el alma.
En este momento desde esta habitación escrita en palabras carminadas, entre grises y penumbras, con hiriente frío de la irónica vanidad de la vida, en este invierno cruel, aun encuentro frases que me alientan a escribir, lo que posiblemente tú leerás cuando yo ya no me encuentre. Encuentro una oración dibujada en el aire que me brinda alivio, percibo en las alas de aquella ave que vuela tranquila un susurro en letras pequeñas de un regalo de dios.
Puedo leer en la tormenta la fuerza con la que debe pelearse esta batalla y en los relámpagos leo el estruendo que también puede brindar la clara luz.
En la luna leo un párrafo de aquella carta de mi hijo que no es mas un pequeño, en la que me cuenta de su triunfo y de su anhelo por vivir, en la que entre líneas espera que lea que me ama y me pide perdón por la soledad en que me ha delegado, después de haber escrito para él.
En esa estrella azul leo un “te amo” de mi rosa, que no ha perdido su olor aun habiendo quedado marchita.
Puedo leer el silencio, puedo leer mi agonía, puedo leer mi locura de estar tan cerca del declive final, puedo leer mi nostalgia, puedo leer mis últimos versos, puedo leer la mirada que jamás olvidare de aquel enero de gloria que aun llevo en mi mente, puedo leer mi vació, puedo leer mi amargo atardecer en decadencia.
Pero sé que jamás podré leer esas mis últimas palabras, que quedarán escritas sobre el hogar que guarde mi cuerpo en este mundo de letras y suspiros, jamás verán mis ojos el epitafio escrito en lo que será mi tumba.