lunes, 16 de junio de 2008

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Ya no sé ni que hora es y el cielo esta tan nublado que no me da ninguna pista, creo que me tiemblan las manos; debe ser por el frió, si seguro es el frió. Y ¿si te digo que tengo miedo? No sería nada no deberías preocuparte, no deberías creerme, deberías seguir caminando y pensar que mis manos tiemblan por que tienen frió. Me siento inexplicablemente ligera, como si la gravedad estuviera uyendo de mi cuerpo, seguro es el aire, el viento tan fuerte y tan dolorosamente helado. Y ¿si te digo que tengo miedo? ¿Me creerías?, no deberías hacerlo, deberías sonreír levemente y tomarme de la mano para hacer más peso. Tengo la vista nublada, como si todas las nubes del cielo se hubiesen guardado en mis ojos justo enfrente de mis pupilas, seguro es el sueño, el cansancio causa cosas raras en las personas. Pero, ¿si te digo que tengo miedo? ¿Que harías?, deberías mirarme a los ojos y verlos tan nítidos como un lago claro, morderte los labios y decir entre dientes que te desespera mi lentitud al caminar, entonces apresuraría el paso y las nubes en mi visión se dispersarían.
Sigo sin saber la hora, no hay un sólo indicio de nada en el día, camino leve a un lado tuyo y tu no me miras. Y ¿si te digo que tengo miedo, que tengo un miedo terrible, un pavor inmenso, una inquietud paralizante?, ¿qué si te digo que me carcome el alma y que me duelen mis latidos en el pecho? ¿Qué harías si te digo que tengo miedo?

lunes, 2 de junio de 2008

Estoy perturbada




Tengo la cabeza entumida, un zumbido extraño atraviesa de lado a lado mis sentidos; estoy perturbada…Creí verte hace unos momentos, se que suena absurdo ¿qué harías tú en mi casa?, sin embargo juro haberte visto de pie junto a la ventana de mi cuarto, tan sólo ahí observando, sin más, sin gesto de nada en particular sólo mirando. Antes de eso había corrido, corrido, corrido, sin sentido, sin razón, por todo el cuarto y me pegué en la puerta y apagué la luz, ya no quería leer, me quedé calladita sentada en el piso y te vi en la ventana parado y me veías. Antes de correr creo que leí un poema tuyo, de esos de cuando me querías y lloré y luego corrí y me pegué en mi pie y apagué la luz y me senté en el piso y te miré en la venta y se me entumió la cabeza y escuche ese zumbido. Por que el vació al que me orilla la soledad en la que me encuentro sin ti, me quema, me mata, me desquicia y me tiemblan las manos y sólo veo mis lagrimas escaparse por mis ojos como se escapa mi cordura en el aire, te extraño y me tambaleo en la cuerda floja de la razón y tengo miedo y termino durmiendo acunada en los brazos de tu ausencia. Tengo la cabeza entumida y un zumbido en mis sentidos.